martes, 30 de marzo de 2010

"Libro de la Pasión"









Todo el libro es una maravilla.
Ibáñez Langlois lo escribe en versículo libre y posmoderno, sin signos de puntuación. Yo me tomo la libertad de prosificar esta pequeña joya:


Era el más hermoso de los hijos del hombre. Su rostro era la eternidad pasando por los rasgos de María Virgen, suavísimos, trabajados por el Espíritu Santo desde la creación del mundo.

Sus ojos eran ver a Dios, y eran un puro mirar sin límites. Cada hombre se veía a sí mismo en ese espejo de Dios errante. La frente tenía la forma exacta del firmamento. La augusta cabeza era una parábola de la infinita misericordia, y sus labios el silbido eterno del buen pastor.

Su cuello... en él sonaban los cedros del Líbano. El cabello le caía como las cascadas del Tigris y el Eúfrates. Era el cabello de la eternidad que se ve en los sueños.

Su color era de cobre oscuro y de metales no descubiertos. Los hombros estaban expresamente construidos para la cruz. El pecho era seguro como la roca de su propia Iglesia, y estaba hecho para reclinar en él la cabeza moribunda de los crucificados. Sus manos trabajadoras veían tanto como sus ojos. Sus pies eran mensajeros infatigables de su corazón. Ah, ¡quién podrá decir tanta hermosura como se muere, vertical, irreconocible, sin memoria, sobre la cruz!